diumenge, 30 de desembre del 2012

PER QUÈ NECESSITEM LA DIVERSITAT LINGÜÍSTICA


David Crystal

El lingüista irlandès David Crystal considera la defensa de la diversitat lingüística al mateix nivell d’importància que la defensa de la diversitat de les espècies i dels ecosistemes, i troba a faltar la inclusió d’aquest important aspecte en els programes reivindicatius dels moviments de defensa del Medi Ambient que tant han proliferat en les darreres dècades. 

La llengua, igual que les espècies, no tenen importància de manera individual, però sí per la seva aportació a tot un entramat, tant ecològic com humà, que s’enforteix i evoluciona amb la pluralitat i la diversitat i es debilita amb la uniformitat, de manera que la mort d’una llengua implica la desaparició inexorable d’una òptica concreta i diferent de percebre i d’ entendre el món.

És d’aquesta manera que l’ ésser humà s’empobreix amb la extinció de qualsevol llengua en qualsevol part del món, perquè es redueixen les seves perspectives sobre els diversos àmbits de la vida humana.

Llegeix a continuació alguns extractes del llibre de David Crystal titulat “La mort de les llengües”, inclosos al capítol anomenat Per què necessitem la diversitat:
La administradora del blog
Ésta (la diversidad) es una prolongación directa del marco ecológico de referencia: los argumentos que abogan por la necesidad de una diversidad biológica también se aplican al lenguaje. La mayoría de personas, de hecho, aceptarían sin necesidad de argumentos la afirmación de que la diversidad ecológica es un fin deseable y que debería fomentarse la preservación del medio ambiente. Pero, si deseamos aclarar la aplicación del pensamiento ecológico al lenguaje, fijémonos en los razonamientos que subyacen a esta opinión y descubriremos dos asuntos que requieren explicación. En primer lugar, por lo que se refiere a su relación con la ecología, no es simplemente que una especie individual sea de interés o tenga valor por sí misma. Todo el concepto de ecosistema se basa en la penetrante idea de que todos los seres vivos existen a través de una red de interrelaciones. Por adoptar una definición cualquiera: un ecosistema es “el sistema formado por la interacción de todos los organismos vivientes, plantas, animales, bacterias, etc., con factores físicos y químicos de su entorno”, (Kenneth Mellanby). Desde una concepción holística, los campos cultural y biológico establecen una relación de interdependencia, de manera que un rasgo distintivo de la ecología humana es el intento de “vincular la estructura y organización de una comunidad humana con las interacciones dentro de su entorno inmediato”, (Peter Haggett). Uno de los empeños más decididos de esta literatura es poner de manifiesto que el daño que se inflige a un elemento cualquiera de un ecosistema puede desencadenar consecuencias imprevisibles para la totalidad del mismo.


La segunda cuestión se refiere a la noción de diversidad, que también tiene una relevancia considerable. El mundo es “incorregiblemente plural”, (como dice Louis MacNeice en “Nieve”, 1935). La diversidad ocupa un lugar central en el pensamiento evolucionista, donde aquélla se percibe como resultado de la adaptación genética de las especies a fin de sobrevivir a los diferentes entornos: “La evolución depende de la diversidad genética”, (Steve Jones). La creciente uniformidad representa un peligro para la supervivencia a largo plazo de una especie, porque en el lenguaje de la ecología los ecosistemas más fuertes son los más diversos. En palabras de un autor, “la diversidad de todos los seres vivos guarda aparentemente una correlación directa con la estabilidad… la variedad puede ser una necesidad en la evolución de los sistemas naturales”. Y por lo que se refiere a su aplicación al desarrollo de la humanidad, se ha señalado a menudo que el éxito de nuestra colonización del planeta se debe a nuestra capacidad de crear culturas diversas que se adaptan a toda clase de entornos.

La necesidad de mantener una diversidad lingüística se apoya de plano sobre los hombros de estos argumentos. Si la diversidad es un requisito previo para el éxito de la aventura humana, el papel que desempeña la lengua es esencial, ya que la lengua yace en el corazón de lo que significa ser humano. Si el desarrollo de múltiples culturas es tan importante, el papel que desempeñan las lenguas es crucial, porque las culturas se transmiten principalmente por medio de la oralidad y la escritura. De acuerdo con ello, cuando al morir una lengua la transmisión de una lengua se rompe, hay una pérdida grave del conocimiento heredado: “Cualquier reducción de la diversidad lingüística disminuye el potencial adaptativo de nuestra especie, porque disminuye las fuentes de conocimiento de las que bebemos”, (Bernard). (…)

Una idea como la de “fertilización mutua del pensamiento” suena muy simple, pero representa mucho más que dejarse influir por el giro expresivo de una lengua extranjera, como cuando los hablantes ingleses hacen uso de vocablos como élan o chic. Los individuos que son bilingües, (o multilingües), tienen siempre a su disposición dos, (o más), inmensas y distintas perspectivas sobre grandes áreas de la vida. E incluso los individuos monolingües son históricamente multilingües, en el sentido de que su lengua contiene préstamos que reflejan la historia de su contacto con otras culturas. El inglés, por ejemplo, ha tomado prestado un ingente número de palabras de más de varios centenares de lenguas, y éstas, a su vez, han tomado prestadas innumerables palabras inglesas. No cabe duda de que esto es lo que llena de interés y variedad un léxico: en el caso del inglés, un vocablo anglosajón como Kingly coexiste con una palabra francesa royal y con un término latino regal, que brindan, pues, distintas posibilidades de matiz y estilo que de otra manera no estarían disponibles.

Hay un segundo modo en que nuestra historia se manifiesta en el lenguaje. Por medio de los vocablos y expresiones que se utilizan, la lengua nos proporciona pistas sobre el pensamiento de sus anteriores hablantes y sobre los distintos contactos culturales que mantuvieron. Hay más de 350 lenguas vivas catalogadas en las entradas etimológicas del Oxford English Dictionary. Cada entrada etimológica demuestra un punto de contacto, un rasgo de influencia. Las palabras forman parte del acervo de su historia social. (…) Con los cientos de miles de palabras, expresiones hechas y metáforas que existen en el vocabulario habitual de una lengua, y las numerosas construcciones gramaticales que existen para manipularlas, no cabe duda de que el potencial para la interacción lingüística, incluso entre dos lenguas, es inmenso. Y con los miles de lenguas que forman parte del “caldo de cultivo”, las posibilidades de expresión que nacen de la capacidad lingüística del ser humano son casi inimaginables, y supone un tesoro patrimonial cuyo potencial para facilitar la libre expresión de cada individuo, sea en forma de identidad comunitaria o personal, es virtualmente ilimitado. Michael Kraus vuelve a situar la cuestión:

“Seguramente, al igual que la extinción de cualquier especie animal empequeñece nuestro mundo, también lo hace la extinción de cualquier lengua. No cabe duda de que nosotros los lingüistas sabemos, y la gente en general puede sentir, que cualquier lengua es un logro supremo y original del genio colectivo, un misterio igual de sagrado e infinito que cualquier organismo viviente. ¿Deberíamos llorar la pérdida del eyaco o el ubijé menos que la pérdida de un oso panda o de un cóndor de California?”


Y el escritor ruso Vjaceslav Ivanov lo resume todo de esta manera:

“Cada lengua constituye un cierto modelo de universo, un sistema semiótico de comprensión del mundo, y si ponemos 4.000 diferentes maneras de describir el mundo, eso nos hace ricos. Deberíamos ocuparnos de la preservación de las lenguas igual que lo hacemos de la ecología.”

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