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dissabte, 27 de setembre del 2014

Las mujeres envejecen solas, los hombres envejecen en pareja

Artículo de los investigadores Antonio Abellán García y Rogelio Pujol Roríguez, publicado en el portal Envejecimiento en red, desarrollado por el Departamento de Población del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en su Centro de Ciencias Humanas y Sociales.

El estudio de las formas de convivencia en hogares muestra que en España envejecer al lado de la pareja (cónyuge o pareja de hecho) es más frecuente entre hombres que entre mujeres. El 70,8% de los hombres de 75 y más años viven en pareja, y el 36,2% de las mujeres de la misma edad viven solas (Encuesta Continua de Hogares, 2013, primera oleada). Son las dos principales situaciones de convivencia. Los hombres nunca alcanzan los niveles de soledad femeninos ni en la vejez más avanzada.

Entre 65-69 años, un 82% de los hombres y un 67% de las mujeres aún viven en pareja (solos o con algún hijo u otra persona), pero esas proporciones disminuyen regularmente según avanza la edad, con un retroceso muy marcado en las mujeres (Figuras 1a y 1b). Al final de su vida los hombres siguen viviendo básicamente en pareja (56,7% a partir de los 85 años, por sólo 14,2% entre las mujeres), por lo que apenas aumenta el tipo de convivencia con otros familiares u otras situaciones, ni la soledad (sólo uno de cada cinco vive en soledad a los 85 y más años).


Entre las mujeres el patrón es diferente. El descenso de la proporción de las que viven en pareja contribuye al aumento  de las otras formas de convivencia; crecen notablemente la convivencia con otros familiares u otras personas (45,7% a partir de los 85 años) y la soledad (40,1% a esas mismas edades). La posibilidad de que una mujer de edad vuelva a casarse, tras viudez o divorcio, es mucho menor que la de un hombre; según el Movimiento Natural de la Población de 2012, 4.161 varones (viudos o divorciados) de 60 y más años volvieron a casarse por sólo 1.202 mujeres de esas edades; aquéllos se casan normalmente con mujeres de menor edad.

La razón fundamental de estos patrones de convivencia divergentes entre hombres y mujeres es la mayor mortalidad masculina que rompe el hogar formado por la pareja, y deja a la mujer bien en soledad, bien en otras formas de convivencia, con alguna hija (o hijo) u otros parientes, u otro tipo de hogar, sin relación de parentesco.

La institucionalización es otra forma de convivencia fuera del hogar. Vivir en alojamientos colectivos, sobre todo en residencias de mayores, se hace más frecuente con la edad y entre las mujeres (Figura 2). Las proporciones de personas institucionalizadas son aún bajas comparadas con otros países centro y noreuropeos. Un 5,2% de los hombres y un 8,7% de las mujeres de 75 y más años viven en alojamientos colectivos (Censo de Población de 2011); a partir de los 85 años son 9,2% y 14,1% respectivamente. En los años previos a la crisis económica de 2008 el número de plazas en residencias de mayores era creciente, denotando una mayor propensión a esta forma de vida. Con la crisis es posible que se haya detenido tanto el crecimiento de la cifra de plazas como de ocupación.


Tras la ruptura de la pareja, si ha existido este tipo de convivencia, vivir en soledad, cohabitar con otras personas, generalmente familiares, o ir a institución, depende de planteamientos culturales y familiares (obligación y reciprocidad asumidas por los hijos, deseo de independencia, carga del cuidado en caso de dependencia), razones económicas (coste de la institucionalización, nivel de la pensión, patrimonio familiar),  entorno físico (condiciones del alojamiento familiar, número de habitaciones),  contexto político (desarrollo  de servicios sociales de atención domiciliaria), o de avances tecnológicos (dispositivos que permiten autonomía en soledad).

Figura 1a. – Formas de convivencia según edad. Hombres. España, 2013 [133 kb, formato xls]
Figura 1b. – Formas de convivencia según edad. Mujeres. España, 2013 [133 kb, formato xls] Figura 2.- Personas que viven en institución según edad, España, 2011 [42 kb, formato xls]

Font fotografia: http://purosjaraguenses.blogspot.com.es/2013/09/como-la-tecnologia-nos-ayuda-envejecer.html
 

dissabte, 20 de setembre del 2014

HISTÓRICA MARCHA EN PROTESTA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO

La ciudad de Nueva York acogerá el domingo 21 de septiembre la marcha más grande de la historia en protesta por el cambio climático. Lxs organizadorxs esperan la participación de más de 100.00 personas pertenecientes a comunidades indígenas, religiosas y a asociaciones de trabajadorxs y de activistas por la conservación del medio ambiente.

Uno de lxs participantes en los actos programados para esta ocasión ha sido el cantante Neil Young, que ha condenado la construcción de los oleoductos que están desposeyendo de tierras y de medios de subsistencia a las comunidades indígenas en Canadá y poniendo en grave peligro el equilibrio ecológico.
La administradora del blog

 Infórmate en Democracy Now! PEOPLE'S CLIMATE MARCH






divendres, 12 de setembre del 2014

Ébola, sida, malaria, cólera… la herencia de los planes de ajuste estructural

François Charles, director de redacción de la revista l'Autre Afrique y del periódico online del mismo nombre, publica en este diario el artículo que reproducimos a continuación, traducido del francés al español por Caty R. para la revista Rebelión. En él denuncia las imposiciones del Banco Mundial y del FMI en este Continente, que han tenido como consecuencia el desmantelamiento definitivo de sus precarios sitemas sanitarios, debido a la privatización de estos y otros servicios por el endeudamiento al que se ha obligado a los países de esta región en pro de un supuesto progreso que nunca llegó. El saqueo de los recursos naturales, el acaparamiento de tierras o la privatización del agua por intereses transacionales, han dado lugar a la muerte de millones de personas en todo el continente africano en nombre del libre mercado.  ¿Te suena?. 
Hablar de Bienestar y Progreso o, mejor dicho, de su privación, es hablar siempre de economía neoliberal y capitalismo hasta un extremo que "aburre". Porque, absolutamente todo lo que ocurre en el mundo conocido, desde el cambio climático a la proliferación de enfermedades, pasando por las desigualdades sociales, los feminicidios, el expolio de países enteros, la disminución de la esperanza de vida  y un largo etcétera, tienen siempre el mismo orígen: el capitalismo, que no es sólo un modelo económico, sino un sistema ideológico sólidamente asentado en el patriarcado y fuertemente defendido por los ejércitos de los países más poderosos del Planeta cuyos gobiernos presentan los intereses particulares de determinadas empresas como intereses públicos de alcance general.

Hoy te invitamos a leer el artículo de Francçois Charles,  ex-director de la escuela superior Force Humanitaire y actualmente responsable pedagógico en la escuela superior Action Force Humanitaire con el que responderá a nuestra pregunta de ¿por qué el neoliberalismo también tiene la culpa de las muertes por ébola en África?
La administradora del blog



Mientras no hay duda de que esta enésima epidemia de ébola que se extiende actualmente por el oeste de África es la más grave que hemos conocido de esta enfermedad. Mientras las cancillerías occidentales lloran lágrimas de cocodrilo ante sus muertos y según la fórmula consagrada «toman todas las precauciones de costumbre para proteger a sus ciudadanos». Mientras el paludismo, el sida, el cólera o el sarampión siguen matando en silencio a millones de personas en todos los países pobres y principalmente en África (1). Mientras una vez más con el pretexto de la epidemia actual el continente, que la sufre en silencio, está amenazado de «cuarentena» internacional generalizada, de desaparición de sus últimas condiciones sanitarias, de derrumbe de sus infraestructuras sobre el terreno, de carencias de aprovisionamiento de todo tipo… ¿No es hora de que los que pretenden acabar con la repetición de estas situaciones se planteen la pregunta: «Quién es responsable, y por qué, de tantos muertos?» 

Negligencias y «demanda insolvente…»  

Después de que numerosas ONG de la salud (los sanitarios africanos, Médicos Sin Fronteras desde el mes de junio, la OMS…) intentan en vano atraer la atención de los poderes públicos tanto en África como en las instancias internacionales, está comprobado que en la actualidad nos hallamos enfrentados a la mayor oleada de esta enfermedad desde su aparición.

Al parecer muy antigua entre los primates, es decir los monos y las personas, sin embargo nunca se consideró mortal para los seres humanos hasta 1976, cuando se identificó como tal en el centro de África y más concretamente en la República Democrática del Congo. 

Hasta ahora, antes del desencadenamiento actual, el virus ya apareció varias decenas de veces, especialmente en el centro de África, matando a varios centenares de personas. En general se habla de 1.600 muertos en total. Aunque esa cantidad en realidad se expresa a la baja, comparada con los millones de muertos y víctimas de la malaria y el sida, a los ojos de los «responsables» parecía poco importante. En cualquier caso no lo bastante para movilizar las energías suficientes que permitieran atacar a la enfermedad.
Fue en 1976 cuando se identificó el ébola como una fiebre hemorrágica especialmente peligrosa. En la actualidad, 38 años después, llegamos al «¡Ébola año cero!». 38 largos años que esta enfermedad ha sido ignorada por la comunidad internacional y frente a la que nadie se ha puesto nunca en movimiento para frenarla y erradicarla.

Más allá de cualquier recuento macabro para saber que el sida, la malaria, el cólera o el ébola matan a más personas en África, hay que subrayar que en lo que concierne a esta enfermedad, después de tantos años, ¡todavía no existe tratamiento ni vacuna! 

La virulencia de la enfermedad se conoce desde hace mucho y siempre, curiosamente, ha sido negada por las autoridades que pensaban estúpidamente que se quedaría confinada eternamente en la República Democrática del Congo. 

Pues no. Señoras y señores responsables, los virus no presentan papeles en las fronteras haciendo cola. Circulan y lo que se preveía llegó. Ahora la epidemia extiende considerablemente su campo de acción geográfico y da la plena dimensión de su molesta capacidad. Nos encontramos claramente frente a una situación especialmente grave, para las poblaciones amenazadas, que sería criminal intentar subestimar u ocultar.

Los comunicados al respecto emitidos regularmente por la RFI, una emisora poco sospechosa de alarmista, son elocuentes: «La OMS prevé que aparezcan rápidamente 20.000 casos en el oeste de África… Respecto a la epidemia de ébola, según la OMS, la situación está fuera de control… El balance de la epidemia no deja de agravarse…».

Según el profesor Peter Piet, presidente la Escuela de Medina Tropical de Londres, las cosas son todavía más obvias: «No se ha cogido a tiempo… Existe un clara subestimación… Falta personal sobre el terreno, los «locales»… Hoy podemos estimar que existen 5.000 personas víctimas de la enfermedad sin contar las víctimas fallecidas por otras razones pero que no se han podido contar por falta de personal, de lugares de acogida, hospitales cerrados…» (2). 

Dejando aparte las gesticulaciones habituales de la «solidaridad» mediática en tiempos de crisis, en forma de imágenes televisivas de «blancos en ayuda de los africanos», las ayudas financieras (¡Prestamos complementarios de las deudas!), el parsimonioso envío a la zona de personal médico… está claro que hacen falta tanto tratamientos como vacunas que ningún programa, en ningún sitio, en ningún laboratorio conocido ni en los más vanguardistas se han investigado jamás. ¡Menudo olvido! 

El resultado desastroso de esta «negligencia» es que, de momento, se considera que el 50% de las personas afectadas muere.

Pero no hay que llamarse a engaño, la «negligencia» que demuestran en la materia los laboratorios y los países occidentales no es fortuita. Está íntimamente relacionada con los beneficios esperados por las operaciones comerciales. Todavía están grabados en la memoria los casos precedentes que hablan por sí mismos.

¿Quién en África no recuerda que se prohibió a Sudáfrica tratar a sus enfermos de sida?
¿Quién no recuerda que Bill Clinton, presidente demócrata, «joven y progresista…» de Estados Unidos emprendió una batalla implacable de procesos judiciales contra la Sudáfrica de Mandela cuando éste, para hacer frente a la amplitud de la epidemia de sida que azotaba su país decidió recurrir a los genéricos?
Junto a lostrust, apoyando a la industria farmacéutica privada y atacando a Mandela, Clinton impidió que se crease un precedente que habría podido sentar jurisprudencia y bajar los beneficios de los laboratorios occidentales. Y, en el caso del sida, especialmente los de los laboratorios estadounidenses (3).
¿Una defensa de intereses privados ganada al precio de cuántos muertos y nuevos enfermos infectados en el continente?

Los bien informados saben que los amos del comercio internacional consideran que África es un continente con una fuerte demanda… pero una demanda que califican de «insolvente». Y a este respecto, desde el crimen que se cometió contra Sudáfrica en nombre de las leyes del comercio internacional y la OMC, estamos completamente seguros de que no ha cambiado nada.

Un continente arruinado por el chantaje de la deuda  

Según todos los indicios, si esta vez la epidemia se extiende de forma más peligrosa que las anteriores, es porque se produce en un momento en el que las condiciones sanitarias de los países afectados están considerablemente deterioradas o incluso han desaparecido.

Al estar comprobado que la forma de transmisión de la enfermedad es esencialmente por el contacto con los fluidos de una persona infectada, es perfectamente factible, en un primer momento, circunscribirla y frenarla, especialmente a través de la información a las poblaciones, que por falta de conocimientos no siempre saben quiénes son los enfermos ni los resultados de esta nueva enfermedad.

Naturalmente, este plan supondría que los sistemas sanitarios todavía estuvieran en marcha, con infraestructuras operativas y suficiente personal especializado. Lo que está lejos de ser el caso. Al contrario.
Desde los años 80 y los tristemente célebres PAS (Planes de Ajuste Estructural), África se ha visto sometida a un auténtico chantaje por parte del Banco Mundial, el «generoso», y del FMI, su «guardián de los presos».
El ejemplo de Camerún es un auténtico manual de los métodos del Banco Mundial y el FMI dirigidos a la extorsión de fondos y al mantenimiento perpetuo de sus víctimas en la miseria*.

El Banco Mundial, con la colaboración de los potentados locales impuestos por los colonizadores, empieza por endeudar gravemente a los países. En primer lugar se debe cumplir con la deuda. Una vez realizados los gastos, todo el dinero gastado y desviado, hay que ir a la caja y precisamente… ¡la caja está vacía! Para reembolsar la deuda, el Banco Mundial tiene la solución más simple: «más préstamos». Entonces se cae en una trampa infernal: Para conseguir un nuevo préstamo del Banco Mundial hay que «portarse bien» y someterse a los «prestamistas expertos», ¡fuera gastos!

Eliminar los gastos públicos, privatizar todos los servicios vendiéndolos, efectuar una liberalización masiva de los servicios de ayuda a las poblaciones… Los primeros sectores afectados en todos los países concernidos, en África y en todas partes, son los sistemas educativos y por supuesto los sistemas sanitarios.
El ejemplo de Guinea, famosa por ser uno de los focos de la epidemia, es particularmente esclarecedor del conjunto del continente.

Hay que saber que mientras la OMS y la y la CDEAO aconsejan un mínimo del 15% de los gastos de un estado para la salud, el Estado guineano asigna… ¡menos del 3%! (4).

También debemos saber que en el momento en el que aparece la enfermedad menos del 3% de la población puede acceder a una cobertura social, también que el personal formado está en la máxima penuria, que las estructuras sanitarias que quedan son, obviamente, de la peor calidad… Todos estos elementos explican la desconfianza de las poblaciones respecto a las estructuras locales y sus pocas posibilidades de acceder a los medicamentos disponibles y a la información preventiva (5).

Siguiendo con Guinea y teniendo en cuenta el contexto de ruina general de los sistemas de salud, el cólera, que aunque no había desaparecido sí había retrocedido ampliamente, ha reaparecido de forma letal y en 2012 se contabilizaron 8.000 casos y 150 fallecidos (según fuentes oficiales).

El sarampión que en la actualidad azota Guinea también está «instalado» en la mayoría de los países del oeste de África. ¿Cómo se puede imaginarque las poblaciones, en 2014, siguen sin programas de vacunación? ¿Es admisible que se considere «normal» que los niños africanos todavía mueran de sarampión?
No olvidemos tampoco el paludismo, herida abierta de las poblaciones africanas subsaharianas, que solo en Guinea mata habitualmente (siempre según cifras oficiales) a más de 30.000 personas al año. Y según la OMS, la tasa de mortalidad del paludismo alcanza 170 fallecimientos por 100.000 habitantes. 

Por desgracia Guinea no es un caso aislado, basta con recordar que Liberia, al principio de la epidemia, contaba en todo su territorio ¡Con menos de 50 médicos! (6).

Los africanos pagan muy caro el endeudamiento de sus estados. Estamos muy lejos de los «Objetivos de Desarrollo del Milenio» de las Naciones Unidas que preconizaban medidas y gastos en educación y sanidad para el año 2000 que sabían inalcanzables… ¡por el reembolso de las deudas! El sistema es muy simple: «recupero con una mano lo que te presto con la otra y, por supuesto, lo primero que recupero es lo que te presté. Así te arruino para siempre y te obligo a… endeudarte para sobrevivir».

La hipocresía de los poderosos es absolutamente vergonzosa.

Otra consecuencia de la crisis sanitaria actual es el derrumbamiento de lo que quedaba de los sistemas de salud. Así es, debido a la enfermedad y al temor que inspira, los hospitales que quedan entre los escombros están desiertos, abandonados, vacíos de personal o inoperativos.

Una situación explicada así porAugustine Kpehe Ngafuan, ministro de Sanidad de Liberia: «Todo el sector sanitario está devastado por la crisis. Las personas mueren de enfermedades comunes porque el sistema de salud se está hundiendo» (7). 

Con la soga al cuello, una deuda ilegítima «a reembolsar», saqueada hasta los huesos y extorsionada por los bancos, África se muere y continúa siendo para los tiburones comerciales un continente «insolvente».
Ya es hora de que, para encauzar lo que se puso del revés, se empiece a considerar que la propia África se encargue de sus asuntos. Que la gestión de África, su sanidad, sus riquezas, sus poblaciones… vuelva por fin a los africanos.

¿Y si para empezar los países africanos en conjunto decidieran no «cumplir» con esas deudas odiosas? (8).

Notas
*Vea el artículo: « Pourquoifaut-ilréaliser un auditcitoyen de la dette du Cameroun? » de Jean-Marc Bikoko, 28 de agosto.
(1) 1.700.000 muertos de sida.
(2) Peter Piet también es codescubridor del virus Ébola. Entrevista en RFI en agosto.
(3) Se recuerda también que, apresada en el tornado social liberal económico del Congreso Nacional Africano, la administración de Mandela acabó cediendo a las presiones de Estados Unidos. (Naomi Klein, La doctrina del shock).
(4) En los demás países de África la tasa media es de apenas el 5%
(5) El tratamiento irónico en los medios de comunicación europeos de la desconfianza de las poblaciones frente a los centros sanitarios roza el racismo. Al respecto conviene recordar que en 1976, mientras el ébola se cebaba en la RDC, las víctimas que aparecieron, según una encuesta posterior, ¡eran las personas que más frecuentaban los centros de salud! La enfermedad no la propagaban desde los centros, por supuesto, pero la falta de medidas de prevención sí la propagaba claramente. Y, aunque a veces deformada, la memoria colectiva permanece.
(6) Nicolás Sarkozy, cuando recordaba «Que los africanos todavía no habían entrado en la historia» se asombraba de ver «más médicos de Benín en los hospitales parisinos que en los benineses. ¿Pero acaso no es el resultado de la «inmigración selectiva»?
(7) Reproducido por la agencia Reuter, 8 de agosto de 2014.
(8) Según el principio recordado por EricToussaint (CADTM): «Cuando debes dinero a tu banco tienes un problema con tu banco. Cuando no se lo devuelves, tu banco tiene un problema» 

Fuente fotografía: http://www.minutouno.com/notas/332289-medicos-del-mundo-califico-epidemia-el-brote-ebola

diumenge, 7 de setembre del 2014

La guerra de Israel contra Gaza financiada por el gobierno norteamericano

En una entrevista concedida a Amy Goodman para la cadena Democracy Now!, Noam Chomsky, disidente político, lingüísta, escritor y profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts, analiza profundamente la situación que se vive en la actualidad en Israel y Palestina, sus similitudes con la situación vivida en el pasado siglo en países como Sudáfrica y Timor Oriental,  y reinterpreta las declaraciones de las máximas autoridades implicadas en esta guerra: Barak Obama y Binyamín Netanyahu.

Así mismo, hace hincapié en la distancia que separa la retórica discursiva del presidente de los Estados Unidos, en la que expresa la necesidad de que se favorezcan los derechos civiles de la población gazatí y, contrariamente a sus manifestaciones públicas, su apoyo a las incursiones militares en Gaza, lo que significa el mantenimiento del estatus quo que se vive en esta zona desde hace décadas y que la ha convertido en un gueto fuerte e impunemente gestionado por el gobierno israelí, ante la mirada silenciosa de la Comunidad Internacional, que ya, en muchísimas ocasiones, ha dejado constancia de su desinterés por pronunciarse en cuestiones humanitarias que no estén estrictamente relacionadas con asuntos de interés económico, que son los que diseñan las políticas internacionales. 

Este extremo se pone de manifiesto en las alianzas que el gobierno norteamericano mantiene en la zona con las dictaduras más fundamentalistas y fuertemente militarizadas de la región, como es el caso de Egipto y Arabia Saudí, ejemplos antagónicos de la Democracia tan cacareada por los sucesivos gobiernos norteamericanos. Es decir, todo es puro teatro.

La entrevista que reproduciomos a continuación es un análisis amplio y objetivo de todas estas cuestiones llevado a cabo por una de las personalidades más prestigiosas del mundo, tanto por su imparcialidad como por su especialización en el tema que hoy nos ocupa, del cual lleva escribiendo desde los años 70 y del que ha publicado varios libros como "¿Paz en Oriente Medio? Reflexiones sobre justicia y nacionalidad" y "El triángulo fatal: Estados Unidos, Israel y Palestina".  

No te pierdas esta lección de historia contemporánea impartida por Noam Chomsky.
La administradora del blog



Si no ves el vídeo, clica en Democracy Now! al inicio del texto

Fuente fotografía http://www.nodo50.org/palestinalliure/article.php3?id_article=851

dimecres, 3 de setembre del 2014

El Estado es el verdadero motor de la innovación

Excelente y esclarecedor artículo, publicado en Sin Permiso, de Mariana Mazzucatoeconomista y profesora de ciencia y de políticas tecnológicas en la Universidad de Sussex, Reino Unido, en el que desmonta el mito "puramente ideológico", como ella lo define, que sostiene que es la iniciativa privada, los empresarios y los capitalistas de riesgo, la que lidera el progreso. Así  mismo, expone algunos de los mecanismos que podrían y deberían establecerse para que el Estado recupere parte de sus inversiones, de las que sí han sabido sacar partido, falseando la realidad,  los lobistas de la industria de capital-riesgo estadounidense negociando una fiscalidad menor para las ganancias del capital.

La administradora del blog

“Toda la tecnología que hace del iPhone un teléfono inteligente es deudora de la visión y el apoyo del Estado: el internet, GPS, la pantalla táctil e incluso la voz asistente Siri del Smartphone recibieron dinero del Estado. (...) La "economía real" (de bienes y servicios) ha experimentado un cambio similar al de la "economía financiera”: cada vez más el riesgo se mueve hacia el sector público y el sector privado recibe los beneficios. ”

Olvídense de los “emprendedores” y los “innovadores” de Silicon Valley. El Estado es quien debería recibir el crédito por financiar la tecnología creadora de riqueza. 

De continuo políticos, economistas y medios de comunicación nos ofrecen imágenes de “emprendedores” tecnológicamente innovadores como Mark Zuckerberg y Steve Jobs. El mensaje es que es preferible dejar la innovación en manos de tales individuos y del sector privado, y que el Estado, supuestamente burocrático e inercial, no debería meterse en esas cosas. Un eficaz artículo del año 2012 publicado en The Economist argumentaba que para ser innovadores los Estados deberían 'limitarse a lo fundamental', a los gastos en infraestructuras, educación y desarrollo de capacidades, y dejar que el resto se haga en el “almacén de los innovadores.”

Esta imagen, sin embargo, se alimenta de ideología sin la menor prueba empírica. Si echamos un simple vistazo a las tecnologías pioneras del siglo pasado, veremos que el jugador decisivo fue el Estado y no el sector privado.

El éxito de una innovación siempre es incierto y puede tomar más tiempo que el que estén dispuestos a esperar los bancos tradicionales o los capitalistas de inversión con riesgo. En países como Estados Unidos, China, Singapur y Dinamarca, el Estado aportó el tipo de financiación paciente y a largo plazo que necesitan las nuevas tecnologías para despegar. A menudo este tipo de inversiones son grandes apuestas, desde poner al hombre en la la luna hasta resolver el cambio climático. Para ello no sólo es necesario financiar la investigación básica -el típico “bien público” que para el grueso de los economistas precisa de financiación pública-, sino también la investigación aplicada y aun el capital inicial.

Apple es un excelente ejemplo. En sus inicios la compañía recibió apoyo público en efectivo de $500,000 de parte de sociedades especializadas en invertir en pequeñas empresas. Toda la tecnología que hace del iPhone un teléfono inteligente es deudora de la visión y el apoyo del Estado: el internet, GPS, la pantalla táctil e incluso la voz asistente Siri de los teléfonos inteligentes recibieron dinero del Estado. La Agencia de Defensa norteamericana de proyectos de investigación (DARPA) financió internet; la CIA y los fondos del ejército financiaron el GPS.

Por lo tanto, si bien los EE.UU. se nos presentan como el modelo de progreso logrado a través de la empresa privada, lo cierto es que la innovación se ha beneficiado de un Estado muy intervencionista Pero los ejemplos no provienen exclusivamente del ámbito militar. El Instituto Nacional de Salud gasta anualmente 30.000 millones en investigación farmacéutica y biotecnológica, y cada año es responsable del 75% de los fármacos más innovadores. Incluso el algoritmo de búsqueda de Google se benefició de los fondos de la Fundación Nacional para la Ciencia (NSF).

En todo el mundo existen bancos públicos que financian la innovación, y la energía verde es un destacado ejemplo. Desde el banco público alemán KfW hasta los bancos estatales de desarrollo chino y brasilero, las finanzas públicas juegan un papel creciente en el desarrollo de la próxima gran novedad tecnológica: la tecnología verde.

En la era de la obsesión por reducir la deuda pública y achicar el tamaño del Estado, resulta fundamental derribar el mito de que el sector público es menos innovador que el privado. Si no lo hacemos, se debilitará la capacidad del Estado para seguir desempeñando su crucial papel innovador. Las historias que habitualmente nos cuentan, según las cuales los empresarios y los capitalistas de riesgo son quienes lideran el progreso, ayudaron a los lobistas de la industria de capital-riesgo estadounidense a negociar una fiscalidad menor para las ganancias del capital, 
debilitando así la capacidad del Estado para reponer sus fondos de innovación.

Lo más problemático es que compañías como Apple y Google casi no paguen impuestos acordes con sus inmensas ganancias, teniendo en cuenta las significativas contribuciones públicas que sus negocios han recibido.

Por tanto, la "economía real" (de bienes y servicios) ha experimentado un cambio similar al de la "economía financiera”: cada vez más el riesgo se mueve hacia el sector público y el sector privado recibe los beneficios. En efecto, uno de las tendencias más perversas de los últimos años es que mientras el Estado ha incrementado su financiación en Investigación y desarrollo (R&D), el sector privado se desentiende. En nombre de la “innovación abierta” la Big Pharma está cerrando sus laboratorios de I+D, confiando en que las pequeñas compañías de biotecnología y los fondos públicos realicen el trabajo duro. ¿Se trata de una alianza público-privado simbiótica o parasitaria? 

Ya es hora de que el Estado reciba algo a cambio de sus inversiones. ¿Cómo?

En primer lugar, hay que empezar por admitir que el Estado hace bastante más que remediar los fallos del mercado, que es el modo en que los economistas habitualmente justifican los gastos públicos. La verdad es que el Estado ha formado y creado mercados asumiendo grandes riesgos.

En segundo lugar, debemos preguntarnos cuál es la recompensa por asumir tamaños riesgos y admitir que esa recompensa ya no se consigue con la actual estructura regresiva de la fiscalidad. 

En tercer lugar, es preciso que reflexionemos de manera creativa sobre cómo recuperar la inversión.

Hay muchas formas de lograrlo. El reembolso de algunos préstamos para estudiantes depende de los ingresos, entonces ¿por qué no hacer lo mismo con las empresas? Cuando los futuros dueños de Google recibieron una subvención de la NSF, el contrato debería haber dicho: sí/cuando los beneficiarios de la subvención ganen $X millones de los beneficiarios de la subvención, se devolverá una contribución a NSF. También se podría dar participación en la empresa al banco público o a la agencia que invirtió inicialmente. Un buen ejemplo de ello es SITRA en Finlandia, una compañía de innovación  espaldada por el Estado que retuvo el capital cuando invirtió en Nokia. También existe la posibilidad de compartir una parte de los derechos de propiedad intelectual, cosa que no se hace en el sistema actual. 

Reconocer que el Estado es el agente que sume los mayores riesgos y hacer lo necesario para que obtenga los correspondientes beneficios no sólo hará más fuerte al sistema de innovación, sino que distribuirá más equitativamente las ganancia del crecimiento. Esto hará posible que la educación, la salud y el transporte sean también beneficiarios de las inversiones públicas en innovación, en lugar de que un pequeño número de personas se nos presenten propagandísticamente a diario como creadores de riqueza, cuando lo cierto es que dependen cada día más de Estado empresarial valiente.