LES ALTERNATIVES DE GESTHA

Moltes d'aquestes propostes podrien aplicar-se en el termini d'un any.

CUANDO QUEDAS ATRAPADX EN LA DESTRUCCIÓN, DEBES ABRIR UNA PUERTA A LA CREACIÓN. Anaïs Nine

Es de las crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Albert Einstein

INTERFERÈNCIES

Los diputados del pueblo no son sus representantes, sólo son sus comisarios. Las leyes que el pueblo mismo no ratifica no tienen validez, son leyes nulas. Jean-Jacques Rousseau

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Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del brillo del agua, ¿Cómo podrán ustedes comprarlos? Gran Jefe Seattle

EL ACONTECIMIENTO #15M

No me fio de la incomunicabilidad, es la fuente de toda violencia. Jean-Paul Sartre

dilluns, 29 de desembre del 2014

¿Por qué hay personas que prefieren dormir en la calle en vez de hacerlo en un albergue?

Albert Sales explica en el artículo que reproducimos a continuación, publicado en Vagos, Maleantes, Putas e Inmigrantes, los complejos motivos por los que muchas personas deciden dormir a la intemperie a pesar de que en las ciudades en cuyas calles viven y duermen existen albergues con camas disponibles. Ir más allá de la obviedad de los hechos implica, como ha expuesto en alguna ocasión la socióloga catalana Marina Subirats, elaborar un pensamiento sofisticado. Para muchas personas éste es un ejercicio muy difícil de practicar por la existencia previa de una premeditada y bien planificada tarea de inculcar de manera generalizada -y, por cierto, a través de mecanismos muy "sofisticados"- una mirada acrítica que simplifique todas las cuestiones.

La administradora del blog

QUIEN DUERME EN LA CALLE ES PORQUE QUIERE

No, no hace falta ser Ana Botella para defender con convicción que quien duerme en la calle es porque quiere. Unas plazas libres en un albergue son argumento de sobras para que muchas personas de bien y orden compartan tan elaborada conclusión. Botella, en su visita anual al Centro de Acogida para personas sin hogar San Isidro, de Madrid, ha afirmado que no hay nadie que no pueda dormir bajo techo en Madrid, pero hay personas que no lo quieren hacer. La alcaldesa de la capital española intentaba dejar claro que el Ayuntamiento hace todo lo que hay que hacer para atender a las personas sin techo, subrallando la labor de los centros de acogida y del SAMUR Social, pero que si la ciudadanía sigue viendo personas durmiendo en la calle se debe a su obstinada elección.

El mismo razonamiento con el que Ana Botella, entre muchos otros, se descarga de responsabilidades, sirve también como argumento a otros para “limpiar” las calles. Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, defendió la polémica ley que abrió la puerta a convertir la pernocta en el espacio público en delito, afirmando que en los albergues había sitio de sobras y que quien dormía en la calle lo hacía por opción, no por obligación. Desde noviembre de 2012, los Ayuntamientos Hungaros pueden declarar areas donde quede terminantemente prohibida la pernocta bajo pena de trabajos comunitarios o prisión. La organización húngara de apoyo a las personas sin hogar A Város Mindenkié (La ciudad es para todos) declaraba en su web a finales de 2012: “A pesar de años de activismo y protestas, el sinhogarismo se ha convertido en un delito punible en Hungría. En noviembre de 2012, el Tribunal Constitucional revocó una ley que criminalizaba las personas sin hogar, con el argumento de que el Estado debe considerar la exclusión de la vivienda como un problema social no como un hecho punible. En respuesta, el partido en el gobierno decidió cambiar la Constitución lo que permite a los gobiernos locales castigar la “residencia habitual en el espacio público”. Las personas sin hogar ya pueden ser sometidas a trabajo comunitario obligatorio, multa y encarcelamiento en la mayor parte de Budapest, y varias autoridades locales fuera de la capital también están criminalizando y penalizando la falta de vivienda”.

En abril de 2011, el entonces alcalde de Madrid, Aberto Ruiz Gallardón, también pidió públicamente una ley que habilitara a la policía municipal para sacar a las personas sin hogar de la vía pública por la fuerza. Gallardón argumentaba que en su ciudad había recursos de pernocta suficientes para que nadie durmiera en la calle pero que no disponía de la autoridad legal para obligar a nadie a utilizarlos. Se trata del mismo argumento utilizado en repetidas ocasiones por el Secretario de Estado húngaro; una simplificación de la realidad con la que se intenta alimentar el mito de que todo el que duerme en la calle lo hace porque quiere.

Pero, ¿qué explica entonces que haya personas que duerman a la intemperie? ¿Quién puede preferir dormir al raso que en una cama de un edificio con calefacción? Sin duda, es complicado comprender las decisiones ligadas a la supervivencia que toman las personas que viven situaciones de pobreza extrema desde los marcos de referencia de quien nunca ha vivido dichas situaciones. Aunque podamos imaginar cómo nos comportaríamos si una noche nos quedáramos en la calle, difícilmente podemos saber qué decisiones tomaríamos tras pasar semanas o meses sin hogar. 

Al centrarse en el momento concreto en el que alguien rechaza la asistencia de los servicios sociales obviando el proceso de deterioro de la situación personal que le ha llevado a quedarse sin techo, se simplifican en exceso tanto las causas como las consecuencias de la exclusión de la vivienda que padecen millones de personas en el Estado español.

Sin techo no es lo mismo que sin hogar, pero quedarse sin techo es el estadio más grave del sinhogarismo. En la mayoría de ocasionas se trata del final de una prolongada caída en el transcurso de la cual se pasa por situaciones de exclusión residencial muy duras: el hacinamiento en viviendas de familiares o amigos con todas sus tensiones, el alojamiento en habitaciones subarrendadas o en pensiones, el paso por centros de acogida o albergues, los constantes cambios de domicilio, traslados y mudanzas, durante las cuales no sólo se pierden propiedades y recuerdos, sino también relaciones sociales y sensación de arraigo. La imposibilidad de plantear objetivos vitales a largo plazo y la acumulación de frustraciones hace que las decisiones se centren en lo inmediato. Cuando se percibe imposible encontrar un empleo, ¿qué sentido puede tener destinar tiempo y recursos a formarse?, cuando la capacidad de ahorro es mínima y los imprevistos dejan la cuenta corriente en números rojos, ¿qué sentido tiene contener impulsos de consumo para ahorrar?

En la adaptación a los cambios derivados del empobrecimiento y de la constante provisionalidad, se desarrollan estrategias de supervivencia que se incorporan a la cotidianidad de las personas. Son estrategias muy complejas que interaccionan con los servicios de asistencia social de formas que pueden no ser las más “razonables” para quienes planifican la asistencia. Renunciar a la pernocta en un centro de acogida temporal es una decisión que puede estar motivada por un sinfín de razones. La persona que así actúa puede preferir quedarse cerca de donde pasa el día y de donde la gente le conoce y le ofrece alguna ayuda, en lugar de caminar con sus pertenencias de una punta a la otra de la ciudad para pasar la noche en un lugar que no es sino un refugio temporal; quizá no quiera prescindir de la compañía de sus mascotas; puede que evite dormir junto a otras cinco personas en quienes no confía y con las que se vería obligada a compartir habitación… hasta podría ser que, tras ser objeto de varios intentos de intervención social frustrados, ya no quiera establecer ninguna relación con instituciones asistenciales.

Los albergues y centros de acogida temporal son imprescindibles para atender a las personas sin techo pero no tienen como objetivo hacer desaparecer las personas sin techo de las calles. Tampoco son recursos destinados a luchar contra el sinhogarismo, puesto que pernoctar en estos equipamientos no es disponer de un hogar desde el que reconstruir la propia vida. Para acompañar a las personas sin hogar en la reconstrucción de sus vidas existen otros recursos y para luchar contra la pobreza extrema y el sinhogarismo que tanto parece conmover a Ana Botella en sus visitas navideñas a los albergues hacen falta unas políticas de vivienda distintas, unas políticas migratorias distintas, y un sistema de garantía de ingresos dignos.

dissabte, 27 de desembre del 2014

Federico Campagna: Recurring Dreams

" Si miramos a nuestro tiempo tenemos la impresión de haber vivido ya todo esto. No es lo mismo en términos de estilo: las camisas eran más largas, los niños llevaban pantalones cortos, los coches eran escasos e iban despacio, y todo era en blanco y negro. No obstante, ya vivimos todo esto. Lo hemos encontrado en los libros de historia y en los recuerdos de nuestrxs abuelxs. Lo hemos visto en las novelas de Faulkner y de Musil o en los retratos con cara de cerdo de Grosz. Hace mucho tiempo que nos hemos olvidado, desde que comenzamos a repetirnos que esas progenies atroces no volverían jamás a la vida. Nunca más, Nier wieder. Sin embargo, están retornando, de nuevo estamos viviendo tiempos alborotados, embarazados de un monstruo. La última vez tardó décadas en dar a luz. Primero fue la guerra; luego, cuando la guerra terminó, fue la deuda y todas las consecuencias que acarrea. Eran los tiempos de la industrialización, de la modernidad, y todo acaecía a escala de masas, desempleo de masas, hiperinflacción, hiperpopulismo. Las naciones caían bajo el peso de aquello que los marxistas llamaban contradicciones, mientras los capitalistas se agrupaban en torno a sus propios círculos y todxs esperábamos que el cielo cayera sobre la tierra. El aire se volvió eléctrico, las plazas se llenaron, los árboles se transformaron en banderas y mástiles. Eran los tiempos de entreguerras y el nazismo era todavía algo oculto en la profundidad del cuerpo social, líquido y creciente, tranquilo como un feto.

Esta vez todo está aconteciendo casi excactamente del mismo modo, sólo un poco descompasado, como sucede con los sueños recurrentes. Una vez más, el equilibrio del poder en el mundo está cambiando. El viejo imperio hace aguas melancólicamente y los nuevos poderes se apresuran en la carrera hacia la hegemonía. Como antes, sus atléticos gritos son los gritos henchidos de poder de la modernidad: ¡Crecimiento! ¡Crecimiento! ¡Crecimiento!. Los ejércitos son potentes y sus dientes brillantes, sus esperanzas son asesinas y puras. Los viejos poderes los miran con temor, escuchando sus incomprensibles lenguas como lxs viejxs escuchan la música de lxs jóvenes. Es como si estuviera volviendo el tiempo del Diario de la guerra del cerdo de Bioy Casares: lxs jóvenes dan caza a lxs viejxs en una danza asesina y las cuchillas destellan en sus manos.

Dentro de los muros del viejo primer mundo, lo que en el pasado era la sopa de guisantes del corrompido industrialismo ha tomado el color del miedo cristalino y paralizante. El apocalipsis es el horizonte de los sueños de la mayoría. Dado que nos aproximamos a un cambio en la historia, se vuelve todavía más claro cómo sólo un nuevo orden, un brave new order, puede salvar al viejo mundo de su final natural.

Al final de la Primera Guerra Mundial, después de haber sepultado millones de cuerpos de obrerxs y campesinxs con el uniforme de soldado en el campo de batalla, los jefes de Estado vencedores exigieron a la parte derrotada pagar los costes de la guerra. Lxs supervivientes de 5 años de masacre y sacrificios en países como Alemania o Austria debieron afrontar la grotesca petición de que su traumática experiencia, aquélla de una guerra total y prolongada, se tradujese en servidumbre perenne en función de una deduda cuantificable. ¿Cómo se podía traducir esta deuda financiera en la vida cotidiana de millones de ciudadanxs derrotadxs? Si miramos la historia de la modernidad, veremos cómo esta pregunta siempre ha estado en el corazón del funcionamiento social de Occidente.

El antropólogo anarquista David Graeber señaló recientemente una cosa: dado que la deuda es una promesa, cuando los estados europeos han debido escoger si romper su promesa con los banqueros o con su propio pueblo, se han decantado sin demasiados tapujos por la segunda opción. En efecto, los estados europeos han decidido extender la línea de la deuda frente a su propio pueblo antes que enfrentarse a los banqueros. Al fin y al cabo la posibilidad de ampliación de techo de la deuda (el llamado debt ceiling ) es directamente proporcional a la fuerza de contratación del deudor con el acreedor. En una época en la cual la fuerza militar está esencialmente basada en la intensidad de capitales, más que sobre la intensidad del trabajo, a causa de las tecnologías y de la creciente disponibilidad de mercenarios armados por todo el mundo, los propietarios del capital se encuentran en una posición mucho más fuerte que los poseedores de la fuerza de trabajo."

Texto completo publicado en Through Europe
Extractos seleccionados por Franco Berardi,
reproducidos en su libro "La Sublevación"

dilluns, 8 de desembre del 2014

"Los que se quedan": el impacto de la crisis en la salud mental de la población española

La crisis económica ha modificado de manera radical la vida a muchas personas en España.

Miles de trabajadores se han visto durante estos años empujados al desempleo de manera repentina y sin una alternativa tangible en el horizonte. Madres y padres de familia cuyos planes se han hecho trizas, sus necesidades básicas han quedado postergadas y que viven cada día sintiendo una profunda incertidumbre por su futuro y el de los suyos. Personas que ven su mundo derrumbarse presas de la impotencia y la desesperación, y que intentan contener una situación que les supera sin más apoyos que el de sus allegados. 

La presión de poder poner un plato de comida cada día en la mesa, en hogares donde incluso una marca blanca es un lujo, o la angustia que supone esperar una oportunidad laboral mellan la autoestima de la persona y afectan a su estado de ánimo, y se suman en muchos casos al estrés que produce afrontar el pago de un alquiler cuando no se tiene un sueldo o, incluso, el drama de quedarse en la calle por un inminente desahucio.

En España se han incrementado los casos de depresión, ansiedad y suicidio, una parte de ellos vinculados cientificamente a factores como el desempleo, las dificultades para pagar la hipoteca o el riesgo de ser desahuciado.

El impacto de la crisis económica en la salud mental de la población española ya es tangible.

Los suicidios son la punta del iceberg del deterioro del estado de la salud mental en general. Un problema de salud pública, subestimado por las autoridades políticas y sanitarias, que se lleva vidas de forma silenciosa y que deja una marca indeleble a familiares y amigos de las víctimas.

Desde hace años se habla, y muchas veces se duda, de la existencia de las llamadas víctimas de la crisis.

Fran, Coy, y Nani, protagonistas del documental, son algunas de estas víctimas invisibilizadas.

Los que se quedan.
Texto publicado en la web del documental
 

divendres, 5 de desembre del 2014

Yasmina Khadra, un escritor con pseudónimo de mujer como posicionamiento contra el machismo

El escritor argelino Mohammed Moulessehoul utiliza el nombre femenino Yasmina Khadra como pseudónimo para sus obras. Autor en lengua francesa, sus libros han estado traducidos a más de 40 idiomas. Luisa Cabello, responsable de la web sobre literatura La Cueva del Erizo, entrevista al escritor con motivo de la publicación de su último libro "A qué esperan los monos".
La administradora del blog
 

Fuente fotografía: http://bibliobs.nouvelobs.com/actualites/20131104.OBS3852/yasmina-khadra-candidat-a-la-presidentielle-algerienne-de-2014.html