LES ALTERNATIVES DE GESTHA

Moltes d'aquestes propostes podrien aplicar-se en el termini d'un any.

CUANDO QUEDAS ATRAPADX EN LA DESTRUCCIÓN, DEBES ABRIR UNA PUERTA A LA CREACIÓN. Anaïs Nine

Es de las crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Albert Einstein

INTERFERÈNCIES

Los diputados del pueblo no son sus representantes, sólo son sus comisarios. Las leyes que el pueblo mismo no ratifica no tienen validez, son leyes nulas. Jean-Jacques Rousseau

HOME: EL NOSTRE PLANETA

Si no somos dueños de la frescura del aire, ni del brillo del agua, ¿Cómo podrán ustedes comprarlos? Gran Jefe Seattle

EL ACONTECIMIENTO #15M

No me fio de la incomunicabilidad, es la fuente de toda violencia. Jean-Paul Sartre

dissabte, 15 d’agost del 2015

¿Eres de raza caucásica? ¿Sí? Vaya... Cómo lo sentimos: no existe

Artículo del demógrafo Julio Pérez Díaz publicado en su blog APUNTES DE DEMOGRAFÍA

Para que existan políticas de población racistas hace falta que el Estado identifique razas de manera oficial, tipos diferentes y distinguibles de personas cuyas características físicas y mentales comunes están principalmente determinadas por la herencia. Esta identificación y clasificación la proporcionan los científicos.Durante siglos a esos científicos les bastó con postular una creación divina separada, el poligenismo que tantos antropólogos físicos sostuvieron  hasta que las teorías evolucionistas acabaron por imponerse.
El darwinismo cambió la política racista para justificarla por los distintos “niveles” evolutivos alcanzados por cada raza. La medición de los volúmenes craneales, los ángulos faciales, el peso de los cerebros o la proporción entre su parte frontal y occipital…, la variedad de justificaciones para diferenciar distintas razas llegó a ser  en sí misma un campo de la antropología.
Había que justificar muchas cosas, incluyendo todo el colonialismo europeo, muy acelerado en el siglo XIX, o la persistencia del esclavismo, especialmente el que desplazó al continente americano a tantos millones de africanos, a medida que la mano de obra indígena se extinguía o resultaba insuficiente para la continua expansión económica, visible en las grandes haciendas y en el volumen del comercio mundial.
En medio de ese proceso, por supuesto, Europa fue identificada una y otra vez como el origen de la raza superior, con más cráneo, más cerebro, más inteligencia, creatividad, sensibilidad y facultades morales y estéticas, y todo ello por herencia. Pero la denominación ordinaria de esta supuesta raza superior, desde “blanca” a simplemente “europea”, carecía de la pátina científica necesaria y los antropólogos y naturalistas empezaron a proponer denominaciones más técnicas.
Una de las más extendidas, incluso en la actualidad, es la de “raza caucásica”. Se la debemos a Johann Friedrich Blumenbach, médico alemán y uno de los fundadores de la antropología física, disciplina que basó en la anatomía comparada, especialmente la craneal.
Acuñó el término en 1775, cuando todavía no se había publicado la obra de Darwin y los naturalistas aún debatían la creación única o separada de las distintas razas. Blumenbach etiquetó como “caucásica” a la raza europea en su obra De generis humani varietate nativa (“Sobre las diferencias naturales en el linaje humano”), sin contar todavía con los argumentos evolutivos darwinianos, y sin apelar siquiera a la supuesta mayor capacidad craneal (que sus propios estudios desmentían). El criterio científico en el que basó su clasificación racial fue estético, la superior belleza de la raza europea, tal como declara abiertamente en su libro:
“He tomado el nombre de esta variedad del monte Cáucaso, tanto por su entorno, y especialmente por su vertiente sur, que produce la raza más hermosa de los hombres, me refiero a la de Georgia, y porque todos convergen por razones fisiológicas en que esa región, más que en cualquier otro lugar, puede considerarse como el lugar de mayor probabilidad como lugar de nacimiento de la humanidad.”
Blumenbach era creacionista, una idea del mundo que implicaba que el paso del tiempo había degradado y corroído la perfección de la creación divina inicial.  Y era monogenista; no creía en una creación de cada raza por separado (poligenia), sino en único origen común, perfecto, a partir del cual se habían extendido y “desviado” las otras razas. La desviación tenía dos direcciones divergentes: mongoloides, y americanos, un primer nivel todavía próximo al caucásico, y malayos y etíopes (o negroides) en ambos extremos de lejanía (y, claro está, de fealdad).


Pero él no conocía el Cáucaso, no había estado en la región jamás. En esto se fiaba de los viajeros y sus crónicas. Le convenía creer en el tópico porque, además, encajaba con otra de sus creencias, con la que todo cobraba sentido definitivamente.
Y es que, estimados colegas, blogeros, demógrafos, estudiosos o simplemente interesados por las poblaciones en general, debéis saber que ¡fué en el Cáucaso donde se posó el arca de Noé tras el diluvio universal! Ocurrió en el monte Ararat (ancestral montaña sagrada de los armenios, hoy territorio de Turquía, cerca de la frontera con Georgia), tal como ya había escrito Marco Polo y se repitió en diversos textos hasta el de Sir John Cardin, Travels in Persia, publicado en 1711 y que probablemente es la fuente de Blumenbach.
Así que todo encaja: Dios sólo creó una vez al ser humano; a partir de esa creación de una única raza inicial y perfecta, degeneraron las demás; la raza inicial es la caucásica porque es allí donde empezó a expandirse nuevamente tras la quasi-extinción a la que fue condenada por sus pecados y de la que se salvaron Noé y su familia, y cualquiera notará que esa es la raza originaria, por su superior hermosura frente a los mongoloides o los negroides. Ciencia pura, vamos.
La anécdota sería incluso graciosa, pero la sonrisa desaparece de golpe sólo con recordar las función política que estas basuras “científicas” han tenido en la historia posterior, cuando poderosos Estados las han utilizado para dar coartada académica y científica a sus políticas migratorias, laborales, nacionales, internacionales, de discriminación, de orden público, eugenésicas o, directamente, genocidas. Y todavía sigue habiendo quien cree que es de raza caucásica.

dilluns, 3 d’agost del 2015

Del término "personal" a su perversa transformación en "recursos humanos" y finalmente en "capital humano"

El artículo que reproducimos a continuación ha sido publicado en la web Investig'Action, dirigida por el periodista independiente francés Michel Collon, dentro de la sección "Chronique de mots pervers" de esta publicación. El escrito analiza la evolución neoliberal que ha sufrido en los últimos años el término "personal", referido a la gestión de las personas trabajadoras dentro del ámbito empresarial, con el claro objetivo, (de acuerdo con el autor del artículo), de mercantilizar la relación salarial.
La malversación del lenguaje sigue siendo una de las armas más poderosas de dominación que lxs progresistas no han sabido nunca combatir. Bien al contrario, han sido sus más fervientes defensorxs, incorporando entusiásticamente en sus discursos el lenguaje neoliberal y contribuyendo, de esta manera, a consolidar una forma de ver el mundo donde no hay más alternativa que la impuesta por quienes detentan el poder de imponer, dominar y oprimir. 
La administradora del blog 


Le « capital humain » fut précédemment appelé « ressources humaines » et, il y a plus longtemps encore, « personnel ». Pourquoi cette évolution ? Sans prendre le risque de se tromper lourdement, il est permis d’avancer que la transformation du lexique est au cœur d’un vaste travail politique de marchandisation de la relation salariale.


La définition du dictionnaire

Le personnel est l’ensemble de personnes employées dans une catégorie d’activités. La gestion du personnel est entendue dans une perspective opérationnelle, il s’agit de l’administrer selon ses différents niveaux de qualification. Les ressources sont les moyens matériels (hommes, réserves d’énergie) dont dispose ou peut disposer une collectivité ou une entreprise. La gestion des ressources humaines est l’ensemble des pratiques mises en œuvre pour les administrer, les mobiliser et les développer au bénéfice de l’activité d’une organisation. Et, dans certaines organisations, elle est considérée comme coresponsables de la production et de la qualité. Le capital est une richesse destinée à produire un revenu ou de nouveaux biens, c’est aussi l’ensemble des choses qui servent à la satisfaction de besoins. Plus spécialement, en économie, le capital est un instrument de travail employé à la production.

La dérive néo-libérale

Le capital humain est un réservoir de ressources au service de l’entreprise. Ce capital désigne des aptitudes, physiques ou intellectuelles, d’une main d’œuvre pouvant être exploitée avec profit dans la production économique. Dans ce sens, le capital humain est un investissement qui a un coût mais qui augmente la productivité et est censé rapporter un revenu bien supérieur au coût. Dans la dérive économique actuelle, le capital humain est un facteur de production au même titre que le capital physique et, comme les coûts de production doivent être « maîtrisés », la rémunération de ce capital, le salaire, évolue en fonction de la fluctuation des marchés, c’est-à-dire à la baisse. La suppression d’emplois devient alors un mode de gestion, une variable d’ajustement, une source d’économies, un agent essentiel du profit. Tous les séminaires organisés pour amener les managers à optimaliser la gestion du capital humain ont pour but de rendre ce « capital » responsable des aléas de son parcours professionnel. On fait donc appel à son principe de responsabilité et d’exemplarité, à son désir de reconnaissance et d’appartenance, à son souci du dépassement des limites et à l’exigence de sa mobilisation totale. L’assujettissement du salarié sera complet sauf quand, sans doute insuffisamment formaté et au risque de ne plus pouvoir subvenir à ses besoins vitaux les plus élémentaires, celui-ci fera comprendre au capitaliste que le jeu ne l’amuse plus.

Donc, en réalité

L’employé est le plus parfait exemple du capital « circulant » : transformé ou détruit pendant le cycle de production. La gestion du capital humain confiée aux entreprises a pour but de diminuer progressivement ce capital qui est par trop aléatoire. Puisque l’employeur désire maximiser ses profits, il exigera beaucoup de son salarié et lui donnera peu en retour. L’individu aura la responsabilité du choix : soit être exploité au travail, soit être exclu du travail. Une situation très confortable pour l’employeur magnanime qui ne pourra qu’entériner la responsabilité du travailleur et, en fonction de la décision de celui-ci, faire rédiger par un de ses subordonnés une belle lettre de préavis. S’il n’est pas complètement dégoûté, l’individu s’inscrira alors à une « bourse de l’emploi » pour se remettre sur le « marché » du travail.

Collage : BAF.F !
Source : Investig’Action