El sistema capitalista reprime y expulsa a los individuos que no le
son útiles, intenta perpetuarse a través de una maquinaria social que se
alimenta de contradicciones.
La psicología se ha encargado en señalar otro
problema que genera el capitalismo (1), un sistema criminal que ha
llevado al incremento de enfermedades y trastornos mentales. Una de
cada cuatro personas padece alguna enfermedad mental (2) relacionada
con las condiciones de trabajo o estudio – habría que recordar los
suicidios en France Telecom, así como los numerosos suicidios de
adolescentes que sufren problemas en el instituto -, con los problemas
económicos derivados de la sociedad consumista o la depresión,
principal causa del suicidio. En el Estado español, 400.000 personas
padecen esquizofrenia (3). La mitad de las personas que necesitan
tratamiento psicológico o psiquiátrico no lo recibe (4).
Cabría preguntarse si existe relación entre la estructura
económica (5), las prácticas de biopoder y la cultura del sistema
capitalista y el incremento de enfermos mentales que ha detectado la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Resulta necesario buscar qué
personas son más afectadas por los trastornos mentales. Dos franjas de
edad son realmente significativas: el final de la adolescencia, cuando
se presenta el mundo real y cruel al individuo, y la edad mediana,
cargada de responsabilidades laborales, familiares y de pareja así como
de la máxima incidencia del rol social (6). En el plano cultural
debemos señalar la música y la literatura como reflejo de la angustia
existencialista que sintieron personas que padecían alguna enfermedad
mental, como el depresivo Kurt Cobain. Las letras de las canciones del
movimiento grunge, nacido a finales de los años 80, trataban
precisamente de la incomprensión, el aislamiento y de una profunda
angustia. La literatura y en especial el movimiento del realismo sucio
han mostrado qué papel tan importante desempeña el status social. Los
relatos de John Cheever o Raymond Carver están repletos de personas
adultas que aparentan ante sus vecinos solamente por sentirse
superiores; de borrachos que guardan luto por un abandono, de parejas y
familias que se desmoronan y de suicidios (7).
Con respecto al primero rango de edad, el final de la
adolescencia o la propia pubertad, habría que apuntar varias
cuestiones. El acoso escolar lo sufren uno de cada cuatro alumnos en el
Estado español, con especial incidencia en estudiantes LGTB. El
capitalismo propicia sociedades heterocentradas (8) a través de la
cultura y la publicidad y la educación, que condenan una sexualidad
diferente. El sistema educativo ha traído problemas como el fracaso
escolar; el profesor es un tirano que coarta las capacidad creativa del
alumno, que se ve obligado a seguir la linealidad del capitalismo nace
– estudia – produce – muere convirtiéndose en el resultado de las
líneas de producción del capitalismo (9); un alumno que debe vestirse y
comportarse de una forma semejante a la sus compañeros, totalmente
obnubilados por el consumismo (10). Una vez que el alumno ha
abandonado el infierno del instituto, se encuentra con la educación
superior o con que es incapaz de encontrar empleo.
Los adolescentes son la imagen perfecta de la alienación.
Mientras que los chicos acuden al gimnasio para moldear sus músculos,
como los futbolistas, las chicas se engalanan de tal forma que parecen
llevar un cartel que dice Cómprame; son víctimas de fobias sociales,
del miedo al fracaso y a la opinión de los demás hasta el punto de que
necesitan actuar y estar siempre bien, lo que evidentemente es
imposible. En la mayoría de los casos, la esquizofrenia aparece en los
últimos años de la pubertad (11). Se ha reconocido la influencia de los
factores ambientales en el desarrollo de la esquizofrenia. Gilles
Deleuze y Félix Guattari relacionaron la aparición del capitalismo con
los primeros casos diagnosticados de una enfermedad parecida a lo que
hoy se denomina esquizofrenia. Nunca una discordancia o un
disfuncionamiento anunciaron la muerte de una máquina social que, por
el contrario, tiene la costumbre de alimentarse de las contradicciones
que levanta, de las crisis que suscita, de las angustias que engendra, y
de operaciones infernales que la revigorizan: el capitalismo lo ha
aprendido y ha dejado de dudar de sí mismo […] Nunca se ha muerto nadie
por contradicciones. Y cuanto más ello se estropea, más esquizofrenia,
mejor marcha, a la americana (12). El capitalismo está relacionado con
la esquizofrenia, también con la neurosis y el suicidio. El sistema
expulsa a los individuos que no le son útiles (13). Antes del
surgimiento de la producción mecanicista, de las urbes masificadoras y
del orden familiar desestructurado, no existía la esquizofrenia como
tal.
Cada año se
suicidan miles de adolescentes. Uno de los casos más llamativos es
Japón, donde los suicidios tienen una considerable cobertura mediática,
al contrario que en el Estado español. En Japón se conoce como ijime
al acoso escolar. En una zona del Monte Fuji se rescata cada año 70
cadáveres de supuestos suicidas (14). En el Estado español se quitan la
vida entre nueve y diez personas cada día, convirtiéndose en la
primera causa de muerte violenta en el mundo (15). Pero dichas muertes
no aparecen en los medios de comunicación sino como alarmantes
artículos que denominan al suicidio como la pandemia del siglo XXI. El
suicidio en el año 2011 es una consecuencia del sistema capitalista que
margina, aparta y vapulea a los individuos que no encajan en la
sociedad materialista y represiva. La principal causa de suicidio en
los adolescentes es la depresión; el joven entra en un terrible proceso
de autodestrucción y empieza a concebir la vida como un sufrimiento
continuado. El capitalismo impide que podamos realizar nuestros deseos
dado que debemos ser productivos y seguir los dictados de la cultura
consumista; el sistema trasforma la naturaleza en paisajes de factorías
grises, elimina el erotismo y reduce los sueños a un imposible. Émile
Durkheim entiende el suicidio como un hecho social y, por ende, prima
las causas sociales a las psicológicas; lo que puede resultar acertado
dado que la enfermedad mental, en un grado considerable, se desarrolla
un determinado contexto social. Durkheim vislumbró que las comunidades
judías, con mayor cohesión y responsabilidad social, tenían una menor
tasa de suicidios que los católicos y que, a su vez, en las comunidades
católicas había menos suicidios que en las protestantes (16).
Siguiendo la idea de Michael Foucault de que el sistema aísla
a cada individuo en su casa, y después en su cuarto, habría que
señalar que otra de las causas de la depresión y del suicidio es
precisamente el aislamiento de un sujeto que acusa la falta de cohesión
social. Hablamos de una sociedad individualista y materialista, la del
capitalismo. Las modas irrumpen en la debilitada personalidad del
individuo del sistema, es decir, de aquél que se guía de forma
inconsciente por los canales abstractos de la represión, creándose de
esta forma una psiquis constantemente en tensión ante las imágenes,
marcas, hábitos y estilos estéticos. No es raro que dichas personas
sueñen con productos, adquisiciones o personajes deseados por el
subconsciente. Solamente hay que prestar atención al lanzamiento de un
nuevo objeto, ya que, previamente habiendo sido bombardeado por la
intensa maquinaria publicitaria, nacerá la necesidad de comprarlo. Son
los paisajes de psicosis masiva en la que decenas de personas se pelean
por hacerse con la última unidad disponible (ese día) de un libro, por
ejemplo, o aquella multitud que hace cola durante días enteros para
ser los primeros en poseer un determinado bien o servicio. Pero...
¿Quién posee a quién? Partiendo del supuesto de que el consumo máximo e
intensivo no es porque ahora necesitemos materialmente más que antes,
ya que, al fin y al cabo, las condiciones indispensables de consumición
únicamente han variado subjetiva y artificialmente en el tiempo,
llegamos a la idea de que buena parte de la sociedad no trabaja sólo
para obtener una vida digna, sino para poder acceder a los requisitos
de la felicidad del capitalismo, de la opulencia, del lujo y el
derroche. Mientras, millones de personas pasan hambre sin tener la
suerte de tener algo que llevarse a la boca. Y es que, el capitalismo,
fundamentado en las contradicciones sociales y económicas – para
muestra el crack del 2008 –, suscita una percepción de inferioridad,
que no de desigualdad, entre los trabajadores que no pueden obtener ese
equilibrio medio de gasto continuado (17).
De nuevo debemos referirnos a la literatura para encontrar un
reflejo de los achaques de la sociedad materialista en la que vivimos.
Podríamos citar a varios escritores aun he decidido escoger, por su
extraordinaria habilidad narrativa, a Foster Wallace y su relato El neón
de siempre (18). En la narración se nos presenta una persona que tiene
lo que siempre ha deseado; posee un buen trabajo y recursos
suficientes. Sin embargo, nunca se ha sentido feliz ni ha podido
disfrutar de la vida; estaba demasiado preocupado en la imagen que los
demás tuvieran de él. Tanto es así, que es incapaz de mostrarse tal
como es ni siquiera ante su psicoanalista. En los relatos de Foster
Wallace es habitual encontrase con personajes que visiblemente padecen
enfermedades mentales, tales como la depresión. El propio escritor
acabaría suicidándose. Todo el mundo está solo – escribe – confirmando
la hipótesis de que el sistema capitalista aísla a los individuos hasta
encerrarlos en un ciclo perpetuo de pensamiento negativo que puede
llegar a somatizarse. Cabría citar también a Bukowski o John Fante,
igualmente geniales.
La
locura fascina porque es saber dice Foucault, que enuncia los saberes
despojados como aquellos que no se ajustan a la discursiva científica y
que resultan de la sapiencia popular o del saber de los locos. Los
saberes olvidados – como la filosofía- son desprestigiados, tomados
como ingenuos e inservibles. El autor va a poner de manifiesto la
relación entre saber y Poder: expone la manera en la que surge un
discurso (una literatura psiquiátrica) que hace científica la locura. La
filosofía occidental ubicó el conocimiento de tal forma que estuviese
separado e inmunizado del Poder, cuestión equivocada según Foucault. Es
la concepción errónea de Platón de un político como pastor de hombres
que es capaz de dejar a un lado el Poder (19).
El arte está contagiado por la enfermedad mental, como hemos
explicado antes con respecto a Foster Wallace; por personas que
rechazan la cultura dominante y que expresan su creatividad no sólo en
la escritura sino también en la música y las artes plásticas. La
angustia fue representada con gran habilidad por Edvard Munch, un
artista educado de forma represiva por su padre, en su famosa obra El
grito. Numerosos artistas acabarían suicidándose, cada uno por sus
propios motivos. Kurt Cobain siempre deseó convertirse en estrella de
rock y, cuando lo consiguió, su angustia aumentó hasta el punto de que
acabaría por suicidarse. Camus escribió No hay más que un problema
filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o
no la pena de que se viva es responder a la pregunta fundamental de la
filosofía (20). A través de los medios de comunicación, el cine y los
anuncios el sistema expresa ideas como las siguientes: ¡Puedes
conseguir todo lo que te propongas! ¡Existe la igualdad de
oportunidades! cuando lo cierto es que los sueños existenciales resulta
casi imposible cumplirlos.
El ser humano en la cultura Occidental es funcional y
productivo. Ocupa gran parte de su vida en el trabajo. Marcuse señala
Si diez horas se dedican a la preparación, transportes y trabajo, y
ocho horas para las funciones básicas restan del día seis horas para el
desarrollo ocioso del hombre (21) de las cuales habría que descontar
el tiempo que ocupamos en abastecernos en las tiendas, en la familia y
las tareas del hogar, entre otras cuestiones. El ser humano no puede
desarrollarse debido a las grandes enajenaciones a las que se ve
sometido; se convierte en un medio más de producción cuya función viene
pre-asignada por la dominación y la subyugación al principio de la
realidad, siguiendo términos freudianos. No hay una contraposición entre
el principio de placer y el principio de actuación (trabajo en este
caso) sino entre el principio de placer y el trabajo que enajena. La
dominación de la cultura occidental se manifiesta llegando a dirigir al
ser así como sus apetitos, valores, creatividad, genitalidad e incluso
el curso fantasioso de la imaginación (22). Con la crisis económica,
los recursos para el ocio se han reducido dado que falta trabajo. La
pérdida de empleo constituye, junto con el alcoholismo y el consumo de
sustancias psicoactivas o psicotrópicas, uno de los factores de riesgo
del suicidio.
En el rango de edad mediana, la
separación que degenera en una profunda depresión es otra causa de
suicidio. Rafael Santandreu apunta que a su consulta de psicología
cognitiva acuden personas que han perdido a su cónyuge y que dicen
necesitar a alguien (23). Transforman la realidad para originar
necesidades. Nadie necesita una pareja; lo único que necesitamos
realmente es alimento y bebida, vestimenta y una vivienda o techo.
Santandreu concluye que este tipo de pensamiento conduce a la neurosis;
una enfermedad social, según Foucault, que se desarrolla en un
individuo con determinadas características psicológicas. Sin embargo,
para Foucault hay ciertas condiciones sociales del medio en que vive el
individuo que sufre neurosis. Las enfermedades mentales son
consecuencia, o al menos un factor desencadenante, del medio social y
de los mecanismo de Poder del sistema capitalista.
La pobreza es otro factor de riesgo del suicidio. El
colectivo inmigrante se ve especialmente afectado por la pobreza y el
racismo de Estados como el italiano o el español. Según el Institut de
Drets Humans de Catalunya El colectivo inmigrante es uno de los que más
está sufriendo las consecuencias de la crisis económica actual: paro,
precariedad, dificultad para regularizar su situación... Sin embargo,
diversas medidas y declaraciones políticas que están apareciendo en los
medios últimamente culpabilizan a los/las inmigrantes de esta situación
(24). Los inmigrantes sufren más la actual crisis económica; la tasa
de paro es mayor en este colectivo, que antes del estallido de la
crisis en 2008 realizó trabajos precarios, en muchas ocasiones en
situación irregular y con elevado riesgo laboral. La mitad de los
muertos por accidente laboral en Madrid durante el año 2006 fueron
inmigrantes (25).
En
cuanto al sexo, los hombres son más efectivos que las mujeres a la hora
de quitarse la vida (26). Los antecedentes familiares de suicidio son
otro importante factor. Los padres y madres juegan un importante papel
en la salud mental de sus hijos. Según la Organización Mundial de la
Salud los maltratos en la infancia también tienen influencia.
Si hacemos un pequeño comentario histórico del suicidio; en
la antigua Roma era considerado como un acto honroso; por el contrario,
para las religiones islámica, católica y judía el suicidio es
condenable. Después paso a considerarse un acto romántico, especialmente
en la literatura. Con la llegada del capitalismo y de los medios de
comunicación, el suicidio se oculta. En las encuestas sobre felicidad
los ciudadanos del Estado español se declaran muy felices o bastantes
felices, lo que resulta difícil de creer (27).
La estructura económica del capitalismo incide, claramente,
en la enfermedad mental y el suicidio pero es la propia esencia
represiva del sistema la que reprime el deseo, no sólo para los otros,
sino en sí mismo, ser el polizonte de los otros y de uno mismo, eso es
lo que pone en tensión, y ello no es ideología, sino economía. El
capitalismo posee la potencia del fin y del interés (del poder), pero
siente un amor desinteresado por la potencia absurda y no poseída por
la máquina. ¡Oh! En verdad, no es para él ni para sus hijos que el
capitalista trabaja, sino para la inmortalidad del sistema. Violencia
sin finalidad […] comentan Gilles Deleuze y Félix Guattari (28), que
describen al esquizofrénico como una máquina de deseos en la que se
insertan distintos cuerpos; unos brazos, por ejemplo.
El proceso de socialización, dividido en dos fases, toma una
especial transcendencia. El primer proceso se produce en la fase más
temprana de vida y es el más importante. La conflictividad entre psique y
soma es tangible en las contraposiciones violentas entres los
principios de placer, actuación, realidad y muerte. Expliquemos
brevemente unos conceptos necesarios para comprender la dominación del
sistema en el individuo. Id es el estado original del ser; cuando nace
un niño sus instintos fluyen inapelablemente libres y generan un
monstruo original y destructor donde la libido y el erotismo son
posibles. Ego es el estado subsecuente del id; es ocasionado por los
padres para que el niño viva en la civilización capitalista,
relacionándose con su entorno sin sembrar la destrucción. El ego crea el
consciente, el cual es imbuido por los flujos sociales; esto impide la
realización de los instintos básicos del ser humano y desfasa la línea
pasado – futuro. El súper – ego es el desarrollo del ego; que crea
conflictos con el entorno, viéndose obligado a subsanarlos. Una vez
conocidas tales definiciones puede observarse que la cultura sería una
concatenación subsecuente originada por la civilización, que consigue
que los instintos básicos del hombre (principio de placer) sean
maniatados y sustituidos por el principio de actuación. El hombre está
definido funcionalmente y su sometimiento al principio de actuación
produce que el dolor supera al placer. A esto último accede el hombre
dada su conciencia capitalista, que profesa que debemos reprimir
nuestros deseos; debemos aceptar irremediablemente nuestra
preestablecida tarea socio – productiva (29) (30).
Marcuse señala Las formas de dominación han cambiado: han
llegado a ser cada vez más técnicas, productivas e inclusive benéficas;
consecuentemente, en las zonas más avanzadas de la sociedad
industrial, la gente ha sido coordinada y reconciliada con el sistema
de dominación hasta un grado imprecedente (31). Este filósofo llega a
condicionar la posibilidad de que la civilización represiva acabe y se
liberen los instintos básicos del hombre, al cambio social (32). Pues
bien, desde que Marcuse escribió esto en 1955 no ha llegado a
producirse un cambio social que acabe con la represión del sistema
capitalista.
Como
conclusión al artículo: el sistema capitalista es un sistema asesino,
que reprime y expulsa a los individuos que no le son útiles; que carga
sus mecanismos de biopoder, que intenta perpetuarse a través de una
maquinaria social que se alimenta de contradicciones. Desgraciadamente
miles de personas se suicidan cada año, y otras tantas sufren de
enfermedades mentales que están relacionadas no sólo con la estructura
económica del capitalismo sino también con su propia esencia represiva.
NOTAS:
1.
No voy a referir aquí las injusticias del sistema capitalista,
que se encuentran recogidas en numerosos ensayos críticos que abarcan
desde la cosificación de las personas hasta la patente desigualdad
social.
2. Organización Mundial de la Salud (2005). Mental Health: facing the challenges, building solutions.
3. Asociación Mundial de Psiquiatría (2007). La esquizofrenia abre las puertas.
4. Ministerio de Sanidad y Consumo (2006). Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud.
5.
Honrubia Hurtado, P. A. (2009). Alienación consumista y
enfermedad mental en el Capitalismo: Análisis dialéctico de una
relación evidente. El autor denuncia la relación existente entre la
estructura económica consumista – capitalista y el desarrollo de
problemas de tipo psicológico – existencial.
6. Center for Disease Control and Prevention (2010). Current Depression Among Adults, United States, 2006 and 2008.
7.
La música y la literatura están relacionadas en este caso.
Kurt Cobain, líder de la banda Nirvana, componía sus canciones a través
de una técnica literaria denominada Cut – up hasta el punto de que su
obra guarda semejanza con la del escritor William Burroughs.
8.
Recomiendo el ensayo de Beatriz Preciado Manifiesto contra –
sexual (2000) para entender los mecanismos heterocentristas.
9. Señalar el declive de las carreras de letras, en detrimento del tecnicismo que ha acentuado el Plan Bolonia.
10.
Las empresas de publicidad conocen que las mentes de los
jóvenes son más sensibles a la publicidad. Pretenden construir una
pulsión; convierten el consumo en una necesidad que, de no verse
satisfecha, generará malestar.
11. Datos de la Universitat de Lleida. Estadísticas relacionadas con la esquizofrenia.
12. Deleuze, G. y Guattari, F. (1972) El Anti Edipo. Colección Capitalismo y Esquizofrenia. Paidós año 1972.
13.
Ibídem cita 5. Honrubia Hurtado señala: Si, por h o por b, no
eres apto para el sistema, el sistema no sólo te golpea hasta
derribarte, sino que, una vez que estás en el suelo, te pisa hasta
rematarte, mediante la propia acción social del entorno en el que nos
vemos envueltos.
14. Datos recogidos por Esteban Miyahira en el blog www.enjapon.info
15.
Elena Mengual. Suicidios, la epidemia del siglo XX: El Mundo
(30/10/2011)
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/27/espana/1319712105.html
Consulta: 15 de noviembre de 2011.
16. Durkheim, E. (1897). El suicido.
17. Atobas, V. (2010). Capitalismo: Consumo y esquizofrenia.
18. Foster Wallace, D. (2004). Oblivion: Stories. Little.
19. Atobas, V. (2010). ¿Qué es Poder? Edición Corregida. Artículo publicado en www.estaticateorica.blogspot.com
20. Camus, A. El mito de Sísifo (1942).
21. Marcuse, H. Eros y civilización (1955).
22. Atobas, V. (2009). La Poliédrica. Autoedición.
23.
Santandreu, R. (2011). El arte de no amargarse la vida: Las
claves del cambio psicológico y la transformación social. Oniro.
24. Institut de Drets Humans de Catalunya (2010).
25. Datos del sindicato Comisiones Obreras (2007).
26. Ibídem cita 15.
27.
Manjavacas, M. (2006). La felicidad de los españoles se apoya
en la familia y la salud. Revista Índice. Número 14, pp. 6. Comentario:
En este artículo se comentan los datos del CIS, y se refiere que el
78% de los ciudadanos del Estado español se declaran muy felices o
bastante felices, mientras que el 6% se declara desgraciado.
28. Ibídem cita 12.
29. Freud, S. (1929). El malestar de la cultura.
30. Ibídem cita 22.
31. Ibídem cita 21.
32.
Marcuse apunta en Eros y civilización que la automatización
haría posible una inversión entre el tiempo de trabajo y de ocio.