dimarts, 11 de desembre del 2012

INTERVENCIÓN DE XOSÉ MANUEL BEIRAS EN EL DEBATE DE INVESTIDURA EN EL PARLAMENTO GALLEGO

Wassily Kandinsky
Xosé Manuel Beiras,  líder de la coalición Alternativa Galega de Esquerda (AGE), comienza su discurso en el debate de investidura en el Parlamento gallego, (que tuvo lugar el día 29 de noviembre), con un poema de Rosalía de Castro titulado La justicia por la mano. De esta manera, Beiras pretende simbolizar la situación de indefensión en la que hoy se encuentran  las clases populares, como consecuencia de las políticas neoliberales aplicadas desde hace décadas en Galicia y que el político compara con las llevadas a cabo, en épocas anteriores, por el imperio dominador en sus colonias. 

El genocidio financiero, el paro y la precariedad laboral, el empobrecimiento de las ciudadanas y ciudadanos comunes, la fragmentación social, la destrucción del campesinado, la anulación de la nación, su lengua y su cultura, … son algunos de los aspectos que dominan su brillante intervención y que se podrían resumir, en palabras del líder de Alternativa Galega de Esquerda, en la intención del nuevo presidente de la Xunta, y de su partido en Madrid, de desmantelar un Estado moderno para convertirlo en un Estado neo-medieval.   
La administradora del blog

No te pierdas su discurso. Léelo aquí

LA JUSTICIA POR LA MANO

 
Quienes tienen fama de honrados en la ciudad
Me robaron tanta blancura que tenía,
Me echaron estiércol en las galas de un día,
la ropa de diario me la hicieron trizas.
Ni piedra dejaron en donde viviera;
sin casa, ni abrigo, moré en los huertos,
al raso con liebres dormí en la campiña;
¡mis hijos..., mis ángeles!..., que tanto quería,
¡murieron, murieron, de hambre que tenían!
Quedé deshonrada, me ajaron la vida,
me hicieron un lecho de tojos y silvas:
y mientras, los zorros de sangre maldita,
tranquilos en lechos de rosas dormían.
-¡Salvadme, oh, jueces! Grité...¡qué locura!
De mí se mofaron, me vendió la justicia.
-¡Buen Dios , ayudadme!, grité, grité todavía...
Tan alto que estaba, buen Dios no me oía.
Entonces, cual loba doliente o herida,
rondé con sosiego...¡Ni las hierbas sentían!
La luna se ocultaba, y la fiera dormía
con sus compañeros en cama mullida.
Los miré con calma, y las manos extendidas,
de un golpe, ¡de un único golpe!, los dejé sin vida,
y al lado, contenta, me senté de las víctimas,
tranquila, esperando el alba del día.
Y entonces..., entonces se hizo justicia,
yo, en ellos; y las leyes, en la mano que los abatió.

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