Es imposible entender lo que ocurre en
la Eurozona utilizando los mismos esquemas intelectuales que controlan
el pensamiento dominante, tanto en las derechas como en amplios sectores
de las izquierdas. Un ejemplo de ello es ver las políticas de
austeridad (que consisten en el desmantelamiento de los servicios
públicos –desde los canales públicos de radio y televisión a la sanidad y
educación públicas, y a la reducción de las pensiones) como resultado
de la imposición de Alemania a los demás países, y muy en particular, a
los países periféricos de la Eurozona. Ver los países como unidades de
acción, sin embargo, sin considerar las clases sociales dentro de ellos,
es un profundo error, un error que constantemente se reproduce. Es
lógico y previsible que los grupos económicos y financieros dominantes y
los estamentos políticos y mediáticos que influencian (monopolizando
los símbolos del país) quieran que la población así lo vea, es decir,
que representan a la totalidad del país.
Sus intereses, sin embargo, entran en
constante contradicción y oposición con los intereses de las clases
populares. Un ejemplo palpable de ello es que las políticas de
austeridad del gobierno alemán han afectado no sólo a las clases
populares de los países periféricos de la Eurozona (España, Grecia,
Portugal e Irlanda), sino también a las mismas clases populares
alemanas, y muy en particular a su clase trabajadora. En realidad, la
clase trabajadora alemana ha sido la que ha visto un menor crecimiento
de sus salarios, habiendo perdido capacidad adquisitiva, con el
consiguiente descenso de las rentas del trabajo a costa del aumento de
las rentas de capital.
Y lo contrario es también claro de ver.
Las políticas de austeridad que benefician a aquellos grupos financieros
y empresariales dominantes alemanes, también benefician a las clases
dominantes de estos países periféricos, incluyendo España. Hoy estamos
viendo en España y en aquellos otros países (Grecia, Portugal e Irlanda)
1) una reducción muy marcada de los gastos públicos y, muy en
particular, del gasto público social; 2) unos recortes enormes de empleo
público; 3) una privatización de transferencias y servicios públicos, y
4) un ataque a los sindicatos y a los convenios colectivos, todas ellas
políticas públicas que las fuerzas conservadoras de corte neoliberal
siempre han deseado. Estas políticas se iniciaron en Alemania con la
Agenda 2010 del canciller socialdemócrata Schröder, con reformas que
significaron dramáticos recortes del Estado del Bienestar alemán. El
escaso crecimiento de los salarios es un resultado de ello.
De nuevo, es previsible que la alianza
de clases dominantes hoy existentes en la Eurozona niegue la existencia
de dicha alianza, presentando las políticas de austeridad que están
imponiendo a la población, sin ningún mandato popular, como necesarias
para salir de la crisis, aunque la evidencia existente muestra
precisamente lo contrario. Así, los recortes de los servicios públicos y
de los salarios se presentan como condiciones para “aumentar la
competitividad”. En realidad, si estuvieran interesados en “aumentar la
competitividad”, los famosos “rescates”, en lugar de ser a la banca
serían a la economía productiva, incluido el despliegue de las políticas
de desarrollo industrial, o de aumento (en lugar de reducción) de los
salarios como medidas para estimular una mayor inversión en
infraestructura que aumentara la competitividad. Alcanza niveles de
obscenidad que el Sr. Almunia, Comisario de Competitividad, favorezca el
rescate a la banca y se oponga al rescate de los astilleros.
En realidad, toda la política de
austeridad es una estrategia para, además de debilitar el mundo del
trabajo, privatizar el modelo social, facilitando la expansión de los
servicios y transferencias privados. El caso de Catalunya es casi de
libro de texto. Los enormes recortes en sanidad pública están
beneficiando a la sanidad privada, de la cual era máximo representante
el que hoy es Conseller de Sanitat, gestor y promotor de esos recortes.
El Grupo Godó –La Vanguardia- se está beneficiando de la privatización
de la televisión y radio públicas de la Generalitat, con cuyo gobierno
tiene una estrecha vinculación, incluso financiera. El gobierno Mas ha
estado priorizando este grupo mediático en dicha relación. Y así un
largo etcétera.
La necesidad de una respuesta en cada país y en toda Europa
Frente a la alianza de las clases
dominantes se requiere una alianza de las clases dominadas (que son la
mayoría de la población). Es positivo, en este sentido, la movilización
de la Confederación Europea de Sindicatos, que está promoviendo
políticas contrarias y opuestas a las políticas de austeridad, posturas a
las cuales se han adherido los sindicatos alemanes.
La alianza de clases dominantes intenta
por todos los medios que no se hable de clases y que, en su lugar, se
hable de nación, estimulando, en ocasiones, un clasismo que intenta
enfrentar las clases populares de un país con otras. Así, al trabajador
alemán se le presenta una imagen –por parte de los mayores medios de
información y persuasión alemanes- del griego “vago”, con más beneficios
y protección social de los que él o ella tiene en Alemania (en
realidad, el obrero griego trabaja más horas al año y tiene menor
protección social que el alemán). Ahora, más que nunca, hace falta
mostrar este tipo de nacionalismo por lo que es: el intento de utilizar
banderas para intentar que poblaciones con intereses opuestos, dañadas
las clases populares por tales políticas, les apoyen como “defensores de
la nación”. Existe el nacionalismo burgués (distinto al nacionalismo
popular) que lo utiliza para intentar movilizar a las clases populares a
favor de sus intereses de clase. Así de claro.
Article de Vicenç Navarro llegit a la seva web
Font fotografia: http://vivelibre.info/home/imagenes.html?start=20
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