Texto publicado en ARTILLERÍA INMANENTE: "Extraído de la primera parte de Ni el Centro ni la Periferia
de Marcos, que fue su participación en una conferencia colectiva
llevada a cabo el día 15 de diciembre de 2007, correspondiente al
“Primer Coloquio Internacional In Memoriam Andrés Aubry”."
I
No se puede entender y explicar el sistema capitalista sin el concepto
de guerra. Su supervivencia y su crecimiento dependen primordialmente de
la guerra y de todo lo que a ella se asocia e implica. Por medio de
ella y en ella, el capitalismo despoja, explota, reprime y discrimina.
En la etapa de globalización neoliberal, el capitalismo hace la guerra a
la humanidad entera.
II
Para aumentar sus ganancias, los capitalistas no sólo recurren a la
reducción de costos de producción o al aumento de precios de venta de
las mercancías. Esto es cierto, pero incompleto. Hay cuando menos tres
formas más: una es el aumento de la productividad; otra es la producción
de nuevas mercancías; una más es la apertura de nuevos mercados.
III
La producción de nuevas mercancías y la apertura de nuevos mercados se
consiguen ahora con la conquista y reconquista de territorios y espacios
sociales que antes no tenían interés para el capital. Conocimientos
ancestrales y códigos genéticos, además de recursos naturales como el
agua, los bosques y el aire son ahora mercancías con mercados abiertos o
por crear. Quienes se encuentra en los espacios y territorios con estas
y otras mercancías, son, quiéranlo o no, enemigos del capital.
IV
El Capitalismo no tiene como destino inevitable su autodestrucción, a
menos que incluya al mundo entero. Las versiones apocalípticas sobre que
el sistema colapsará por sí mismo son erróneas. Como indígenas llevamos
varios siglos escuchando profecías en ese sentido.
V
La destrucción del sistema capitalista sólo se realizará si uno o muchos
movimientos lo enfrentan y derrotan en su núcleo central, es decir, en
la propiedad privada de los medios de producción y de cambio.
VI
Las transformaciones reales de una sociedad, es decir, de las relaciones
sociales en un momento histórico, como bien lo señala Wallerstein en
algunos de sus textos, son las que van dirigidas contra el sistema en su
conjunto. Actualmente no son posibles los parches o las reformas. En
cambio son posibles y necesarios los movimientos antisistémicos.
VII
Las grandes transformaciones no empiezan arriba ni con hechos
monumentales y épicos, sino con movimientos pequeños en su forma y que
aparecen como irrelevantes para el político y el analista de arriba. La
historia no se transforma a partir de plazas llenas o muchedumbres
indignadas sino, como lo señala Carlos Aguirre Rojas, a partir de la
conciencia organizada de grupos y colectivos que se conocen y reconocen
mutuamente, abajo y a la izquierda, y construyen otra política.
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