diumenge, 26 de juliol del 2015

Soy árabe porque el árabe es mi lengua

Mahmud Darwish,  (1942-2008), también transcrito como Darwix o Darvich,  fue uno de los más significativos y representativos poetas palestinos, para el que su tierra, Palestina, se convirtió "en una metáfora de la pérdida del Edén, el nacimiento y la resurrección, así como la angustia por el despojo y el exilio", (colección digital Muestrario de Poesía, cuaderno número 9). En 1948 el ejército israelí destruye la aldea donde nació y se exilia junto con su familia en el Líbano, retorna un año después, pero ha de volver a  abandonar su país. Ingresó en el Partido Comunista Israelí al acabar sus estudios de Secundaria. Fue miembro del comité ejecutivo de la OLP hasta su dimisión en 1993 por su discrepancia con los denominados Acuerdos de Oslo, (las cuestiones difíciles acerca de Jerusalén, los refugiados, los asentamientos israelíes, la seguridad y las fronteras exactas fueron excluidas de estos acuerdos). Vivió en París y Túnez tras la invasión israelí del Líbano, dos de las diversas ciudades en las que vivió su largo exilio. En 1996 regresa a Palestina y en 2008 fallece en el estado norteamericano de Texas.


Mahmud Darwish expresa en la cita que reproducimos a continuación el hastío que produce la exigencia de tener que estar constantemente justificando su identidad, exigencia impuesta por quienes viven la suya desde la posición privilegiada de creerse el modelo y no la diferencia.    


La administradora del blog

“No creo que haya en el mundo un solo pueblo al que se le pida todos los días que pruebe su identidad como a los árabes. Nadie dice a los griegos: ustedes no son griegos; a los franceses: ustedes no son franceses. Pero el árabe debe presentar permanentemente sus documentos de identidad, porque se busca que dude de sí mismo. Yo no estoy obsesionado por la genealogía ni la parentela. La única identidad que proclamo (...) es “yo soy mi lengua”. Ni más ni menos. Y digo que en esta lengua se percibe la vecindad de los romanos, los persas y tantos otros pueblos. Sólo me reconozco en mi lengua, y no estoy preocupado en absoluto por las “diferencias” de raza o sangre. No creo en las razas puras, ni en Oriente Medio ni en otra parte. Al contrario, estoy convencido de que el mestizaje me enriquece y enriquece mi cultura. Es el Otro el que me exige sin cesar que sea un árabe, por supuesto, según su propia definición de arabidad. (...) 

“Soy árabe, y mi lengua conoció el mayor florecimiento cuando estuvo abierta a los otros, a la humanidad entera. (...) No existe ghetto en mi identidad. Mi problema reside en lo que el Otro ha decidido escudriñar en mi identidad. Y, sin embargo, yo le digo: esta es mi identidad, compártela conmigo, es lo suficientemente amplia como para acogerte; nosotros, los árabes, sólo tuvimos una verdadera civilización cuando salimos de nuestras tiendas para abrirnos a lo múltiple y lo diferente. No soy de los que sufren una crisis de identidad, ni de los que no cesan de preguntarse: ¿quién es árabe? ¿Qué es la nación árabe? Soy árabe porque el árabe es mi lengua, y, en el actual debate, hago una encarnizada defensa de la lengua árabe, no para salvaguardar mi identidad, sino por mi existencia, mi poesía y mi derecho a cantar” 

Poema:
El jugador de dados

* En los subtítulos del vídeo está traducido erróneamente como el jugador de "damas".






0 comentaris:

Publica un comentari a l'entrada